terça-feira, 17 de julho de 2012
En memoria de Adam Smith y Karl Marx
En memoria de Adam Smith y Karl Marx
En mi meditación concentrada sobre la búsqueda constante de la paz en el mundo, me pregunté: ¿qué personalidad merece el reconocimiento de mi generación? Hace aproximadamente 3 décadas, este mundo vivió una competencia absurda – la locura humana había creado las condiciones para la autodestrucción de todas las formas de vida humana en la tierra - la carrera armamentista donde dos superpotencias, con presupuestos cada vez mayores, buscaron la dominación de los demás por la fuerza. En cierto punto el líder soviético Mikhail Gorbachev interrumpió la competencia. Para los adeptos de esa competencia, fundada en propósitos egoístas, él había perdido la batalla; pero para nosotros, los humanistas, este líder tomó una medida gigante hacía la " détente" y una posible compreensión mundial. Cada ciudadano planetario le debe mucho y entiendo que debemos atribuir - reflejando el Premio Nobel de la Paz Concedido a Gorbachev - nuestro reconocimiento por sus servicios excepcionales ejercidos en pro de la causa humanitaria global. Por supuesto, hay dos más en el rol de las personalidades expresivas y actuantes de la época, quienes contribuyeron para la caída del muro de Berlin, en 1989, los cuales también merecen relieve. Se puede resaltar la actuación del Papa Juan Pablo II, que tuvo una reunión privada con Gorbachev momentos antes de la caída de esa pared – me encantaría haber escuchado los consejos de ese ciudadano polaco, quien estuvo, durante su juventud, expuesto a las atrocidades del comunismo en Polonia y luego se reveló sensible tanbién a la inmensa exclusión social en consecuencia del capitalismo. El otro fué Ronald Reagan, líder de la superpotencia de oposición a la URSS, quien al principio de su primer mandato, dijo que: "El gobierno no puede ayudarnos a solucionar problemas; El gobierno es el problema".
También reflexioné sobre las principales preocupaciones contemporáneas: la nutrición, la salud y la educación. En ese ejercicio, traje a la superficie los pensadores responsables por moldar el mundo en que vivimos. ¿Cuáles de ellos podrían merecer nuestra gratitud? ¿Cuáles no lo merecerían? Yo tendría gran orgullo si Adam Smith fuera miembro de un club mío. El referido profesor escocés de ética y de moral, que vivió en la segunda mitad del siglo XVIII, es un hombre admirable no sólo debido a la maestría con que escribió su obra más importante, " La Riqueza de las Naciones", sino también debido al embasamiento filosófico, ético y moral proporcionado por su libro denominado “La Teoría de los Sentimientos Morales”, de 1759.
Por otro lado el polémico pensador humanista Karl Marx, un ícono del socialismo y quizás el pensador menos comprendido, murió en 1883 y la revolución soviética ocurrió en 1917. Es uno de los autores cuyas intenciones de sus obras sufrieron la más grande especulación. Con base en variadas interpretaciones, aberraciones fueron cometidas por gente digna de ser llamada fanática, enloquecida por el poder. Por eso, uno debe desacralizar su trabajo. Lo que pasó fue el acertado reconocimiento de los equívocos del capitalismo. Sin embargo, ese reconocimiento vino acompañado de una actuación parecida con las de sacerdotes marxistas, quemando incienso para su dios. Eso ocurrió fundamentalmente porque Marx centró su análisis en un acercamiento crítico al capitalismo y no explicó mucho a respecto de como se daría el socialismo. A pesar de la evolución de su pensamiento, en el cual son identificadas dos fases: Marx joven y Marx maduro, él no explicó los caminos del socialismo. También sería un gran honor tenerlo como miembro de mi club. Muestra de su mente brillante se revela por medio de su crítica conceptual acerca del trabajo humano en el capitalismo, que no tuvo contestación hasta la actualidad – “Cuando vende su fuerza de trabajo, y el operario es obligado a hacerlo en el régimen actual, él rinde al capitalista el derecho de utilizar su fuerza; sin embargo, ese fenómeno tiene límites racionales. Vende su trabajo para mantenerlo ileso, excepto por el desgaste natural, pero tiene el objetivo de no verlo destruido.” En otro fragmento, Marx resalta: " El hombre que no tiene tiempo libre y cuya vida, a excepción de las interrupciones puramente físicas del sueño, de comidas, etc., es enteramente absorbido por su trabajo para el capitalista, es menos que una bestia de carga. Es una máquina simple, físicamente arruinada y espiritualmente animalizada para producir la riqueza ajena."
Posteriormente a esos dos íconos del pensamiento, que produjeron profundas repercusiones en las maneras de convivio de la humanidad, surgió en 1936 la Teoría General de John Maynard Keynes – las propuestas monetaristas fueron concebidas en una coyuntura de post crisis de 1929 y discutidas en Bretton Woods en 1944, en un mundo caracterizado por una Europa destruida en consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de bien reconocida en su época, a mediano y largo plazos su teoría se mostró un desastre. Luego de 64 años de aplicación práctica, tuvo como resultado la estagflación, un comprometimiento con el desempleo y la inflación, una ofensa a la inteligencia humana. Keynes oficializó la participación del gobierno en la economía, o sea, la ley de oferta y demanda, inexorable e impersonal, fue sustituida por la cuestionable y personal tutela de la voluntad humana. Adam Smith y todos los pensadores relacionados deben haber girado en sus tumbas, tratando de entender las obscenidades de la teoría keynesiana. Yo responsabilizo a la teoría monetarista por la extensa exclusión social diseminada por todo el mundo y por todos los conflictos armados también - debido a los muchos recursos concentrados en las manos de pocos, que deciden de acuerdo a la voluntad humana. ¡Y falta a los niños la comida! La teoría no resiste a cualquier prueba seria y justa. Yo no me sentiría cómodo en un club que tuviese la presencia de este caballero. Sus seguidores fueron aún más irresponsables e inconsecuentes, pues crearon un círculo vicioso en el proceso económico: generación de capital sin trabajo productivo, construyendo castillos en el aire, que se están desmenuzando en la crisis que el mundo ahora enfrenta.
Antes que sea demasiado tarde, debemos volver la mirada hacia los mejores aspectos de nuestros orígenes para que, progresivamente, podamos corregir el orden actual y construir un futuro de paz, salud y excelencia, en beneficio de todos.
Que Dios bendiga a nuestros niños, uno por uno, en cada nación.
Ronaldo Campos Carneiro - Ex-Profesor de la USP/FEI
rcarneiro@salutecafe.com.br
Translated from Portuguese by Larissa – lrssfranca@gmail.com
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